Los cuatro pilares de la educación son una serie de objetivos educativos propuestos por Jacques Delors, ex presidente de la Comisión Europea, en el Informe Delors de 1996, titulado La educación encierra un tesoro. 

Estos pilares son:

Aprender a conocer

Aprender a conocer significa adquirir los instrumentos del saber: aprender a aprender, aprender a pensar, aprender a reflexionar. Es importante que los estudiantes desarrollen las habilidades necesarias para acceder al conocimiento y utilizarlo de manera crítica.

Aprender para conocer supone, en primer término, aprender a aprender, ejercitando la atención, la memoria y el pensamiento. Desde la infancia, sobre todo en las sociedades dominadas por la imagen televisiva, el joven debe aprender a concentrar su atención en las cosas y en las personas.

La vertiginosa sucesión de informaciones en los medios de comunicación y el frecuente cambio del canal de televisión, atenta contra el proceso de descubrimiento, que requiere una permanencia y una profundización de la información captada.

Este aprendizaje de la atención puede adoptar formas diversas y sacar provecho de múltiples ocasiones de la vida (juegos, visitas a empresas, viajes, trabajos prácticos, asignaturas científicas, etc.). 

Aprender a hacer

Aprender a hacer significa adquirir los instrumentos que permitan actuar eficazmente en el mundo, tanto en el plano personal como en el social. Es importante que los estudiantes desarrollen las habilidades necesarias para resolver problemas, tomar decisiones y trabajar de manera colaborativa.

Está más estrechamente vinculado a la cuestión de la forma profesional: ¿cómo enseñar al alumno a poner en práctica sus conocimientos y, al mismo tiempo, cómo adaptar la enseñanza al futuro mercado del trabajo, cuya evolución no es totalmente previsible? .

En las sociedades basadas en el salario que se han desarrollado a lo largo del siglo XX conforme al modelo industrial, la sustitución del trabajo humano por máquinas convierte a aquel en algo cada vez más inmaterial y acentúa el carácter conflictivo de las tareas, incluso la industria, así como la importancia de los servicios en la actividad económica. Por lo demás, el futuro de esas economías está suspendido a su capacidad de transformar el progreso de los conocimientos e innovaciones generadoras de nuevos empleos y empresas.

Aprender a vivir juntos

Aprender a vivir juntos significa aprender a convivir con los demás, respetando las diferencias y construyendo una sociedad más justa y equitativa. Es importante que los estudiantes desarrollen las habilidades necesarias para comunicarse, cooperar y resolver conflictos de manera pacífica.

Sin duda, este aprendizaje constituye una de las principales empresas de la educación contemporánea. Demasiado a menudo, la violencia que impera en el mundo contradice la esperanza que algunos habían depositado en el progreso de la humanidad.

La historia humana siempre ha sido conflictiva, pero hay elementos nuevos que acentúan el riesgo, en particular el extraordinario potencial de autodestrucción que la humanidad misma ha creado durante el siglo XX. A través de los medios de comunicación masiva, la opinión pública se convierte en observadora impotente, y hasta en rehén, de quienes generan o mantienen vivos los conflictos.

Hasta el momento, la educación no ha podido hacer mucho para modificar esta situación.

Aprender a ser

Aprender a ser significa aprender a conocerse a sí mismo, a desarrollar su personalidad y a alcanzar su pleno potencial. Es importante que los estudiantes desarrollen las habilidades necesarias para ser autónomos, responsables y comprometidos con su propio desarrollo. Desde su primera reunión, la comisión ha reafirmado enérgicamente un principio fundamental: la educación debe contribuir al desarrollo global de cada persona: cuerpo y mente, inteligencia, sensibilidad, sentido estético, responsabilidad individual, espiritualidad.

Una educación integral debe promover el desarrollo de todos estos pilares para que los estudiantes puedan alcanzar su pleno potencial como ciudadanos.

La implementación de los cuatro pilares de la educación es un desafío importante. Sin embargo, es un desafío que vale la pena afrontar. Los cuatro pilares ofrecen una visión de la educación que es relevante para el siglo XXI. Una visión que puede ayudar a preparar a los estudiantes para ser ciudadanos informados, responsables y activos.

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